Fue durante el Renacimiento que el perfume, un pasatiempo principesco en las cortes italianas, se convirtió en una forma de arte en Francia. Y cuando François Rabelais imaginó la Abadía de Thelema como un centro utópico de cultura humanista, incluyó el uso de las fragancias más delicadas, como el agua de rosas, el agua de azahar y el agua de ángel, entre los refinados placeres de sus monjes y monjas… armoniosos, refinados y placenteros. Es a François Rabelais, el miembro más ilustre de la dinastía, a quien la Maison... Frapin Le dedicó el Humanista, una Una fragancia envolvente y clara como la mente curiosa y abierta del hombre del Renacimiento.
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