Con gracia, agilidad y flexibilidad incomparables, esta escultura representa una belleza serena que posee la fuerza de diez hombres. A pesar de la formidable tarea de empujar una rueda, su comportamiento compuesto traiciona ningún signo de tensión o angustia. Por el contrario, su semblante exuda una sensación de tranquilidad y calma, invitando al espectador a contemplar su presencia serena. Cada detalle intrincado contribuye a la calidad realista de la escultura, con sus ojos de ensueño aparentemente mirando hacia atrás, evocando un encanto casi coqueto. Las características meticulosamente elaboradas de la escultura capturan la esencia de la tranquila fuerza del sujeto, acentuando el movimiento fluido de su cuerpo largo y delgado y el flujo cautivador de su ondulante cabello que se eleva d.
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