Su carácter espectacular y su riqueza escenográfica sólo son posibles gracias a la actividad de varios artistas y artesanos (arquitectos, escultores, pintores, orfebres, ceramistas, sastres, etc.). De hecho, gracias a su imaginación lograron reproducir la vida cotidiana de los napolitanos de los siglos XVII y XVIII. La elegancia de la representación y la delicadeza de la ejecución de estas figuras revelan también la calidad del saber hacer de los artesanos napolitanos. El mercado, la hostelería, los bailes, los vendedores ambulantes, los mendigos, la taberna, los diferentes oficios, la custodia de los rebaños, la procesión real, y todo lo que estaba al alcance de la vida cotidiana o de la fantasía, tenía su lugar en los viveros napolitanos atestigua la riqueza y variedad de esta producción.
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