La cara de Cristo está esculpida con una serenidad y una gracia atemporal. Los ojos son profundos y compasivos, con una mirada que parece penetrar el alma de quienes lo observan. Las cejas ligeramente arqueadas comunican sabiduría y comprensión, mientras que la frente es solemne y reflectante. La nariz es delicada y proporcional, mientras que los labios son delgados y ligeramente insinuados en una sonrisa amable. La barba se modela cuidadosamente y refleja su humildad ascética. Simbología: además de su belleza física, el busto de Cristo transmite un profundo significado espiritual. La mirada compasiva y penetrante de Cristo invita a la reflexión y la adoración, recordando al observador su presencia constante y su amor eterno. El busto de Cristo es más que una simple obra de arte; Es un s.
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