Habiendo triunfado sobre la cruz, Jesús atravesó los cielos y se sentó permanentemente, entrando en el templo celestial de Dios. En este lugar sagrado recibió la proclamación oficial de su victoria, expresada en las palabras: "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies". La escultura captura a Jesús en un estado de serena paz, emanando una amorosa vigilancia desde la santidad del cielo. Su mano derecha levanta dos dedos, emitiendo una bendición sobre los habitantes del mundo. Elaborada con profunda reverencia, esta escultura está fundida utilizando el método arcaico de fundición a la cera perdida, lo que ejemplifica la dedicación del artista a la preservación de técnicas antiguas. Está acabado con una pátina marrón, asegurando su perpetuación y añadiendo p.
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